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sábado, 11 de diciembre de 2010

Corazones artificiales



Estos dispositivos mecánicos, conocidos como LVADs, se emplean actualmente en pacientes con deficiencia cardiaca muy severa, mientras están esperando a recibir un trasplante. El nuevo estudio demuestra que el uso de un LVAD combinado con ciertas terapias farmacológicas, puede llevar a que los corazones experimenten cambios positivos hasta el punto de recobrar su funcionamiento normal una vez que sea retirado el LVAD.
 Para el estudio, los investigadores del Imperial College de Londres y la Fundación Royal Brompton & Harefield del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, aplicaron esta combinación de terapias a 15 pacientes muy enfermos. De estos 15, se recuperaron 11. De ellos, el 88 por ciento no había vuelto a padecer enfermedades del corazón cinco años después. Su calidad de vida fue considerada como casi normal.

El trasplante del corazón de un donante ha sido durante muchos años el mejor tratamiento posible para personas con severas deficiencias cardiacas. Ha demostrado ser muy exitoso pero no ha carecido de limitaciones, particularmente la escasez de donantes y el riesgo del rechazo al órgano.

Esta terapia permite aliviar la presión en las listas de espera, ofreciendo también a los pacientes una buena alternativa al corazón de un donante: su propio y sano corazón.
El estudio pone asimismo de relieve el hecho de que los procesos degenerativos con deficiencias cardiacas en "fase final" pueden revertirse y que el corazón tiene una cierta capacidad de regenerarse por sus propios medios. Por consiguiente, los resultados de esta investigación estimulan la búsqueda de otras estrategias y objetivos terapéuticos en este campo en expansión de las terapias regenerativas.

Los LVADs funcionan conectándolos al ventrículo izquierdo del corazón, directamente o por medio de un tubo. Toman la sangre rica en oxígeno del ventrículo izquierdo y la conducen a una bomba mecánica. Ésta impulsa entonces la sangre rica en oxígeno hacia otro tubo que se conecta a la aorta. Una vez que la sangre llega a la aorta, puede transportarse al resto del cuerpo.

El nuevo paso para los investigadores es un estudio clínico a gran escala, en varios centros, que deberá respaldar los buenos resultados obtenidos hasta ahora con este enfoque terapéutico.




Los avances médicos no cesan de sorprendernos. Un chico de 15 años de Italia es el primer paciente infantil en recibir un transplante de corazón artificial . El paciente padece de distrofia muscular de Duchenne (o distrofia muscular progresiva). Debido a su condición, el niño no era elegible para las listas de donación de órganos.
El chico estaba en muy mal estado, y a pocos días de morir sin tratamiento. Por esta razón, el cirujano Antonio Amodeo tomó una decisión arrojada: realizarle un transplante de corazón artificial con la esperanza de salvarle la vida al niño. Contrario a muchas intervenciones de este tipo, Amodeo no pensó que éste sería un remedio temporal, sino permanente.
Este corazón artificial implantado consta de una bomba hidráulica activada electrónicamente, colocada en el interior del tórax para reducir los riesgos de infección. Recibe su energía a través de un cable que sale por la oreja izquierda, el cual de una batería que el paciente porta en el cinturón. Esta pila se recarga cada noche a la corriente eléctrica, como si se tratara de un teléfono móvil cualquiera.
El corazón artificial mide aproximadamente cuatro centímetros de largo y pesa casi 400 gramos. Después de 10 horas en la sala de operación, la cirugía resultó un éxito total. Con este dispositivo, se calcula que ha ganado entre 20 y 25 años de vida. Ésta es la primera vez que un aparato de esta naturaleza es implantado en un niño, lo que abre muchísimas posibilidades para seres humanos que requieren de trasplantes de corazón, pero que por su enfermendad no son candidatos para los procesos de selección.





 Transplante de un corazón artificial

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